sábado, 13 de septiembre de 2008

El Valle de Elentiah - Capítulo 1

Desde las montañas de Khalman se podía divisar todo el valle de Elentiah, que se extendía de norte a sur hasta llegar a un denso bosque, situado a más de cien kilometros de la cordillera. Desde su pico más alto, el Urkubu, se contemplaba una larga extensión de terreno que se había tornando amarillo con la llegada de los duros meses de la estación de calor. El sol abrasaba la tierra, dejándola yerma, inútil, convirtiendo un verde prado de primavera en algo con la apariencia de un desolado desierto.

Dos figuras solitarias lo cruzaban de este a oeste, aprovechando los últimos dias en los que el valle era transitable bajo la luz del sol. Una de ellas, la que iba delante, era un hombre fuerte, de unos veinte años, con el torso desnudo. Vestía únicamente un pequeño faldellín de piel y unas sandalias de cuero, y de su hombro izquierdo colgaba una aljaba vacía. No había rastro de ningún arco. Al igual que sus ojos y su cabello, su piel era morena, aunque parecía haber cogido prestado este color del astro que les iluminaba. Sólo el brillo de las gotas de sudor, que le cubrían su cara y sus anchos brazos, hacía variar la tonalidad oscura de su piel al reflejar caprichosamente los rayos de sol.

Detrás, como a unos cuatro metros de distancia, caminaba una chica joven, unos dos o tres años menor que él. Era más delgada y corta de estatura, y vestía una prenda marrón sin mangas que le cubría desde los hombros hasta poco más abajo de las rodillas. Su tez también era morena, más si cabe, aunque en este caso sí parecía su color natural. El pelo era negro y largo, adornado con mechones y trenzas de diferentes colores que le llegaban a la altura de la cintura. Resultaba curioso que lo más llamativo no fuese el hecho de que caminase sobre sus pies descalzos, sino que dos gruesas argollas estuviesen cerradas en torno a sus tobillos, obligándola a dar pasos cortos y rápidos para poder caminar al ritmo del hombre que le precedía. También sus dos finas muñecas se hallaban esposadas con sendos aros, enganchados a una larga cadena cuyo extremo final era sujetado por el joven de delante.

El chico se volvió para mirarla. Estaban tardando demasiado.

- ¡Vamos! - le dijo, por enésima vez en la última hora. - ¡Más deprisa!

La chica no respondió, aunque trató de aligerar el paso. Él ni siquiera se dio cuenta de los intentos de ella, porque miraba una y otra vez al horizonte que dejaban atrás. Estaba preocupado, y eso hacía también que se cabrease consigo mismo al no haber previsto lo que había pasado hacía tan sólo un par de días. Además, estaba desconcertado. La chica iba vestida prácticamente de pies a cabeza y no sudaba en absoluto, mientras que él, parcialmente desnudo, era incapaz de aguantar el calor insultante del sol. La única explicación que encontraba era que ella no se esforzase para caminar a un ritmo más rápido. Y eso le cabreaba aún más.

- Así no llegaremos nunca. - le reprendió - No lo conseguiremos si pasan muchos días más antes de que lleguemos a Quie-Krit.

Y era cierto. Faltaba muy poco para que llegase el dia en el que el sol calentase tanto que les abrasase la piel y sólo pudiesen avanzar por las noches. Y teniendo en cuenta que estaban casi sin provisiones y sin ningún arma para defenderse, eso equivalía a una muerte segura en el valle. Él lo sabía, pero parecía que la chica no. Él joven tiraba de ella constantemente, la gritaba, la amenazaba... pero lo único que obtenía por respuesta era una mirada vacía. De hecho, no habia abierto la boca desde que la vió por primera vez. No sabía si no hablaba su idioma o si había decidido no soltar ni una sola palabra. En alguna ocasión le preguntó que si no le habían enseñado a hablar en Común, pero ella, como siempre, se mantuvo callada.

Cansado, se paró en seco y cogió su aljaba vacía. Se giró, mostrándole el carcaj muy cerca de su cara, y la gritó mostrando su enfado.

- ¿Acaso quieres que vuelva a pasar? ¿Ya te has olvidado de lo que son capaces? ¿No ves que no puedo hacer nada para defenderte?

Aunque él no lo esperaba, algo pareció removerse en el interior de la joven. Una cara de terror se dibujó en su rostro, señal de que había entendido su advertencia y de que no había olvidado nada. Había funcionado, pues ella empezó a caminar más deprisa.

Continuaron andando durante horas, hasta que la mañana fue avanzando hacia el mediodía. El calor, a esas horas, se hacía tan insoportable que se vieron obligados a parar. Un río subterraneo cruzaba longitudinalmente todo el valle de Elentiah y, a lo largo de su recorrido, numerosas cuevas se abrían en la roca que permitían acceder a él. Lamentablemente, no existían túneles seguros que cruzasen todo el valle, pues la mayoría de las cuevas eran pequeñas y las más grandes eran demasiado inseguras como para adentrarse mucho en ellas.

Finalmente, Kareem decidió que debían resguardarse cuando encontró una pequeña obertura que daba paso a una cueva lo suficientemente amplia. Bajaron al interior de la misma, aunque no sin ciertas dificultades, pues la poca movilidad de la chica le obligaba a él a ayudarla para superar la estrecha entrada. En su interior, el agua caía por algunas las paredes, lo cual les sirvió para beber y refrescarse. Algunas cuevas eran lo suficientemente grandes como para que el agua del río pudiese formar corrientes, aunque en esta ocasión no habían tenido tanta suerte. Se sentaron en el suelo y comieron pan y algunas tortas de maíz, de lo poco que llevaban ya encima. Después, dormirían unas cuantas horas, hasta que llegase el atardecer y pudiesen salir a la superficie de nuevo para poder continuar su camino. Hasta ese momento, la joven consumía las últimas migas que le quedaban, en silencio, con sus grandes ojos azules componiendo una mirada que se perdía en algún punto más allá de las paredes de roca.

El Valle de Elentiah
 
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3 comentarios:

Daniel Marcos dijo...

Me encanta.
Sigue escribiendo, por favor.

Anónimo dijo...

A mi también me gusta.

Supongo que lo hareis por mantener el nivel de atencion y tal, pero a mi esto de la entrega por fascículos me mata :D

Lo bueno que tiene es que te da para imaginar...

Saludines

KyRiah dijo...

Holaaa!! Creo que es uno de los blogs más originales que he encontrado por aquí!! A mí los relatos por entregas me comen la moral... seré que soy un poco nerviosa? Ya sabes, no puedes defraudar al respetable... y el Capítulo 2? Saludos :)