miércoles, 17 de septiembre de 2008

El Viaje (I)

Tumbado en aquella cama de hotel, se paró de repente a pensar.

"¿Pero que demonios estoy haciendo yo aquí?".

Sólo habían pasado veinticuatro horas desde que recibió aquel sobre, en su apartamento de la Gran Vía, que contenía un billete de avión y una reserva de hotel a su nombre. El sobre no traía remitente y únicamente tenía escrita una frase en su reverso: "¿Te atreves?".

Dudó durante una hora y finalmente decidió, sin saber porqué, que debía hacer ese viaje. Así que buscó su pasaporte entre los cajones donde guardaba todos los documentos y preparó una bolsa de viaje con las cuatro cosas indispensables. Tres horas y veinte minutos después de haber recibido ese sobre embarcaba en el vuelo más largo que había cogido jamás.

Al llegar a su destino, tomó un taxi que lo llevo directamente hasta el hotel que figuraba en la reserva. Siempre había sentido curiosidad por ese mundo y, ahora que estaba allí, no podía evitar sentirse abrumado al observar el ajetreo de aquella abarrotada ciudad, que bullía de actividad, a través de las ventanillas de aquel viejísimo taxi de color rojo.

El hotel era más lujoso de lo que pensaba. A la entrada un hombre vestido con un traje de aspecto carísimo le abrió la puerta y, antes de haber terminado de entrar, otro le quitó la maleta de las manos para depositarla en uno de esos carritos portaequipajes dorados, que solo había visto en las películas. El registro fue muy rápido y en menos de quince minutos se encontró en una espaciosa habitación, con una enorme y mullida cama y a la que no le faltaba ni un solo detalle: desde una gran pantalla plana pegada a la pared como si fuera un cuadro, hasta un popurrí de hojas secas para dar ambiente, pasando por el minibar, una Biblia que no pensaba abrir ni en sueños o los típicos accesorios de baño. Todo muy limpio, muy minimalista, muy... muy zen.

Sin ni siquiera sacar el equipaje, se metió directamente en aquella fabulosa ducha, que tenía un montón de posiciones, chorros y demás artilugios. Aunque, como nunca había tenido una, se limitó a dejar que el agua cayera desde el techo a modo de lluvia y no quiso tocar mucho más por miedo a romperla y que se lo cargasen en la factura, que ya de por si debía ser astronómica. Al salir se envolvió en un mullido y suave albornoz de color blanco que encontró colgado de una percha junto al lavabo. "¡Apostaría a que es nuevo! Este me lo llevo para casa...".

Ataviado con la bata de baño, se tumbó en la cama y por fin pudo pararse a pensar en todo aquello.

"¿Pero que demonios estoy haciendo yo aquí?".

Decidió no darle más vueltas en ese momento, ya que no iba a encontrar respuesta y ya era demasiado tarde para echarse atrás. Y mientras pensaba en lo fabulosa que era aquella habitación y en que podría quedarse allí a vivir para siempre, el cansancio pudo con él y se quedó dormido sobre las sábanas.

Apenas habían pasado un par de horas y un ruido de pasos lo despertó. Se frotó un poco los ojos y los abrió en el momento justo en que algo se deslizaba por debajo de la puerta. Se levantó de un salto y abrió la puerta para ver quien se encontraba allí. Pero lo único que vio fue como el ascensor se cerraba. Recogió el objeto del suelo y cerró la puerta. Solo era una tarjeta roja, con unas letras blancas, en la que podía leerse:

"Bajo la sabia mirada de quién alcanzó el nirvana hallarás lo que buscas".

El Viaje

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otra entrega por fascículos y ni siquiera es la misma historia!!!

Los que solo tenemos una neurona no vamos a poder seguir ambas en paralelo :P

Para cuando termineis cada uno su historia (uno el valle, otro el viaje) os propongo un juego/reto: uno de los dos empieza una historia y la deja sin acabar (como no podia ser de otra forma). El otro la continua por donde le plazca, con su estilo particular y sin saber nada de a donde queria ir a llegar el uno. A ver lo que sale que seguro que es sorprendente, incluso para vosotros

Aprovecho una frase de tu historia: "¿Te atreves?" aunque en este caso seria mejor ¿Os atreveis?

Saludos